Tiendas y niños
Hoy he ido de tiendas con mi familia y en la primera en la que hemos entrado ha sido una de ropa para adultos. Hemos estado unos cuarenta y cinco minutos, de los cuales casi la mitad los hemos dedicado a perseguir, amonestar, felicitar, retener y controlar a nuestros dos hijos, ambos de siete años. La tienda, amplia y luminosa, con una agradable decoración de línea moderna (maderas oscuras, acero inoxidable, vidrio...) no está pensada para recibir a niños.
La siguiente visita ha sido una zapatería que vende para adultos y para niños. La tienda es pequeña, de unos treinta metros cuadrados, pero en un rincón bien iluminado y alejado de la puerta hay dos pequeñas mesas con taburetes para que los niños se puedan sentar, con papeles y lápices de colores. Unos peluches y unos juegos de encajes de piezas completan el “sector infantil”. Aquí hemos podido comprar tranquilamente, mientras nuestros hijos se entretenían dibujando y mirando la “exposición” de dibujos de otros niños. Luego, al marcharnos, la vendedora les ha regalado caramelos y un globo a cada uno (que han explotado antes de llegar a casa...).
A menudo las tiendas que no están orientadas a productos infantiles se olvidan de que los niños acabarán entrando en ellas como acompañantes de clientes. Es un error: Los niños se aburrirán, distraerán a sus padres e interferirán en las ventas. Y unos padres preocupados por el comportamiento de sus niños, o por que no saben en que lugar exacto de la tienda están, no estarán concentrados en la compra. El resultado es que las ventas pueden malograrse.
Y no olvidemos que esos niños serán los futuros clientes. Hoy mis hijos han recordado la zapatería, pero no la tienda de ropa.
Etiquetas Technorati tiendas comerciantes comercio tradicional
La siguiente visita ha sido una zapatería que vende para adultos y para niños. La tienda es pequeña, de unos treinta metros cuadrados, pero en un rincón bien iluminado y alejado de la puerta hay dos pequeñas mesas con taburetes para que los niños se puedan sentar, con papeles y lápices de colores. Unos peluches y unos juegos de encajes de piezas completan el “sector infantil”. Aquí hemos podido comprar tranquilamente, mientras nuestros hijos se entretenían dibujando y mirando la “exposición” de dibujos de otros niños. Luego, al marcharnos, la vendedora les ha regalado caramelos y un globo a cada uno (que han explotado antes de llegar a casa...).
A menudo las tiendas que no están orientadas a productos infantiles se olvidan de que los niños acabarán entrando en ellas como acompañantes de clientes. Es un error: Los niños se aburrirán, distraerán a sus padres e interferirán en las ventas. Y unos padres preocupados por el comportamiento de sus niños, o por que no saben en que lugar exacto de la tienda están, no estarán concentrados en la compra. El resultado es que las ventas pueden malograrse.
Y no olvidemos que esos niños serán los futuros clientes. Hoy mis hijos han recordado la zapatería, pero no la tienda de ropa.
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