viernes, enero 27, 2006

Propietarios que son parásitos de sus tiendas

Imagínese una panadería o una pastelería. Traspase su puerta y entre. Es sábado por la mañana, está llena de personas que esperan su turno mientras un par de empleados seleccionan los panes, cortan porciones de pastel y envuelven el desayuno de esos ruidosos “enanítos” que ha visto jugar frente al establecimiento.

Ahora mire hacia atrás, al lado de la puerta, sentada en un taburete alto y protegida por la caja registradora, una persona espera que usted haga su compra y le pague a ella. Esa persona es “el propietario” a veces “el encargado”: la única persona capacitada para tocar el dinero de los clientes de la tienda.

Este modelo de tienda aún perdura en pequeños comercios. Y a menudo es un excelente indicador de cuales son las tiendas que acabarán bajando para siempre sus persianas.

Los propietarios de estas tiendas acostumbran a tener unas ideas muy claras:
· Su tarea sólo consiste en “vigilar” a sus empleados y al negocio. En ese orden.
· Sus empleados no son de confianza. Él es el único que puede manejar el dinero.
· El negocio no va demasiado bien por culpa de la incompetencia de sus empleados.
· Los clientes tienen suerte de que él les trata con una amabilidad que compensa el perenne mal humor de su personal.

Y mientras tanto los clientes cada vez toleran menos la arrogancia de estos propietarios que, sin hacer nada para aliviar su espera, les observan mientras ellos pierden el tiempo haciendo cola

Y también cada vez menos regresarán a esas tiendas en las que empleados desmotivados, sin formación, sin ilusión por su trabajo, les atienden a desgana.

Esta forma de gestionar las tiendas responde a un modelo del pasado. El cliente actual esta acostumbrado a recibir en las tiendas algo más que productos a cambio de su dinero. Espera atención, conocimiento del artículo, profesionalidad....

El cliente actual cuando entra en una tienda de este tipo, se pregunta que parte de su dinero se destina a pagar a esa persona inútil que se dedica a vigilar y controlar. Y a menudo decide que prefiere que su dinero se destine a personas que realmente trabajan y defienden su negocio.

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